29/06/2017

Debemos hablar, con todo el derecho y la cautela que se merece, de los Servicios de Psicología Clínica.


Recogemos la ponencia de Eduardo Martínez Lamosa, Presidente de AGAPIR entre 2016 y 2017, en la Xornada da Asociación de Psicólogos Clínicos do SERGAS "Servizos de Psicoloxía Clínica. Propostas Organizativas para unha Atención Integral" el 2 de junio de 2017.



Como residente de Psicología Clínica, hace relativamente poco tiempo que formo parte de este “universo particular”. Poco tiempo, y sin embargo ya he visto rebosar el vaso en más de una ocasión. Un vaso que se viene llenando desde hace años y que parece colmarse una y otra vez. Hace aproximadamente un año, presencié, junto con mis compañeros, un acto que significó el desprestigio público de nuestra profesión y de la formación PIR en particular. Un suceso, como digo, que hizo que lo que hasta entonces habían sido opiniones o comentarios más o menos aislados se convirtiesen en una serie de reuniones, que no sería exagerado calificarlas como clandestinas.
Pero que esto no lleve a equívoco. Esas reuniones, al igual que esta jornada, no surgieron como una reacción de rencor, sino como la oportunidad para que los adjuntos y residentes de Psicología Clínica pudiésemos poner en común algo que todos llevábamos cocinando en nuestras cabezas: la sensación de que las cosas no estaban yendo bien, nada bien. Recuerdo que este día tuve un pensamiento: “Esto es el principio de algo. Debe serlo.”

Un año después mantengo la idea de que inevitable aunque afortunadamente acabaríamos por volver a reunirnos y hablar, porque sabemos que no se trata de un episodio aislado ni de una experiencia individual del área de Ferrol, sino que supone algo mucho mayor, algo que nos atañe a todos y todas. Hablo de una crisis profunda, una crisis que debe suponer un antes y un después para nosotros, por supuesto, pero sobre todo, por encima de todo, para la comunidad.

Los Facultativos Especialistas en Psicología Clínica y los Psicólogos Internos Residentes desarrollamos nuestra actividad en los Servicios de Psiquiatría. Podemos prescindir de cualquier eufemismo que pueda llevar a equívoco. Servicios de Psiquiatría en los que no parece posible, en este momento, lograr un marco de igualdad de oportunidades, responsabilidades ni funciones. La interdisciplinariedad, eje fundamental de la atención integral y, por tanto, de una asistencia que redunde en el máximo beneficio del usuario, es más un ideal que una realidad. En su lugar, nos topamos sumidos en un servicio que obedece a un modelo asistencial de carácter reduccionista, paternalista y en el que los profesionales de diferentes disciplinas nos limitamos a cohabitar.

De largo, la psicología y la psiquiatría han compartido una historia, han colaborado y se han sintonizado, y con frecuencia se han solapado en cuanto a sus funciones y ámbitos de actuación, a veces, difícilmente delimitables. Ambos colectivos nos dedicamos, en última instancia, al cuidado y la mejora de la salud de las personas. Pero ambos colectivos nos caracterizamos por currículos formativos claramente diferenciados. Desde su creación, el sistema de formación PIR ha servido para dotar a nuestra disciplina de una mayor identidad profesional, reforzando el reconocimiento de la psicología como Profesión Sanitaria en el marco de la sanidad española y equiparándola a otras disciplinas vinculadas al campo de la salud.

La creación de la especialidad de Psicología Clínica no fue un esfuerzo gratuito. La creación de la especialidad de Psicología Clínica fue un hito clave para la disciplina y para garantizar un sistema asistencial de máxima calidad. Un esfuerzo que nosotros, los últimos en llegar, os agradecemos a vosotros, los veteranos, especialmente a quienes estuvisteis en la vanguardia.

La historia de la especialidad es una historia larga, con un pasado, un presente y un futuro. No queremos, nosotros los residentes, hablar del pasado. No porque no sea importante, sino porque no fuimos protagonistas, ni siquiera testigos de lo que ocurrió. Tampoco hablaremos ahora del futuro, porque eso será objeto de la última parte de esta jornada. Os hablaremos, por tanto, de nuestro presente, que es aquello que mejor conocemos y esperemos sirva como reflexión.

El programa de formación de la Especialidad recoge, entre sus puntos, el perfil y competencias profesionales del Especialista en Psicología Clínica, así como los objetivos formativos generales y específicos. Haremos un recorrido a lo largo de estos aspectos considerando las valoraciones hechas por residentes de las diferentes áreas sanitarias de Galicia. Porque sólo conociendo el estado actual de las cosas, lograremos una adecuada planificación de cara lo que está por venir. Realizaremos más adelante nuestro análisis crítico acerca de lo que supondría para la formación PIR la creación de Servicios de Psicología Clínica. Quedarán fuera de este análisis los aspectos más específicos de cada una de las diferentes rotaciones prefijadas en el programa.

Empezando por las funciones propias del ámbito clínico-asistencial de promoción, prevención, evaluación, diagnóstico y tratamiento, coincidimos con rotundidad en la absoluta carencia de formación en torno a la asistencia en urgencias e intervenciones en crisis. Por otro lado, las actividades relacionadas con programas de prevención y promoción de la salud, así como la atención a las necesidades psicológicas en personas con enfermedades físicas también son dos de los aspectos más frecuentemente deficitarios.

El ámbito de la dirección, administración y gestión es, con absoluta diferencia, en el que más se incumple el perfil descrito en el programa formativo de la Especialidad. Ni estamos ni se nos espera. En toda la comunidad gallega, los residentes estamos liberados de participar en cualquier actividad relacionada con la dirección, planificación, gestión, coordinación o evaluación de servicios, equipos o programas. También detectamos una grave falta de interés en la docencia de funciones de coordinación y trabajo en equipo o interdisciplinar, lo que a su vez repercute negativamente en nosotros en el grado de conocimiento y uso óptimo de los recursos asistenciales disponibles. Nada de esto es sorprendente, en realidad, considerando que no es una carencia exclusiva de los PIRes, sino también de los adjuntos.

Por último, el punto menos desarrollado del ámbito de la docencia y la investigación tiene que ver con la falta de oportunidades de participación y colaboración en proyectos de investigación que realizan otros equipos, dispositivos o instituciones.

Con respecto a los objetivos generales, presentamos aquí los descritos en el programa formativo de la especialidad. A grandes rasgos, no podemos decir que haya una deficiencia relevante en ninguno de ellos.

Pero si analizamos pormenorizadamente estos objetivos desglosados en otros más específicos, tenemos que denunciar una evidente falta de contenidos formativos en cuanto al diseño, aplicación, evaluación y seguimiento de intervenciones psicológicas en situaciones de crisis y de urgencias, en personas de edad avanzada, y en personas con discapacidad intelectual. Otros aspectos comúnmente deficitarios se corresponden con las actividades de asesoramiento para los responsables y agentes sociales, educativos y jurídicos, y un escaso entrenamiento en el diseño y la puesta en marcha de programas de investigación.

En menor medida que los anteriores, estos objetivos específicos también han sido los peor valorados: las actividades de prevención y promoción de la salud, y la coordinación con Equipos de Atención Primaria y otros servicios de atención especializada; los programas de rehabilitación y atención prolongada; y el diseño, aplicación, evaluación y seguimiento de programas de intervención psicológica, especialmente a nivel grupal y comunitario.

¿Podría la creación de Servicios de Psicología Clínica ayudar a solventar estas carencias? Es difícil alcanzar un equilibrio entre las expectativas realistas y lo utópico. Lo que se debate hoy aquí es una empresa sumamente compleja. Y cabe esperar, por tanto, dudas y opiniones encontradas. No todos los residentes lo valoramos de la misma manera, aunque no creo que las discrepancias sean un inconveniente. Al contrario. De la divergencia es de donde surge el debate, y del debate surgen nuevas realidades.

Algunos no creemos que pueda suponer un beneficio, al menos a corto plazo, sino que habría que considerar otras alternativas o esperar a que llegue un momento más oportuno. Otros pensamos que sí resolvería algunas de las dificultades con las que nos topamos con mayor o menor frecuencia.

Podría ayudarnos a vencer ciertas limitaciones en cuanto a los contenidos docentes, a menudo diseñados por psiquiatras y para psiquiatras, que rara vez tienen en cuenta nuestra formación previa o nuestras necesidades formativas específicas. Quizá, con suerte, también contribuiría a disponer de recursos autogestionados para actividades formativas.

Un servicio propio permitiría disponer de adjuntos Especialistas en Psicología Clínica en dispositivos en los que actualmente nuestra presencia es anecdótica cuando no directamente inexistente: Atención Primaria, Unidades de Hospitalización Breve, Hospitales de Día, etc. Un mayor beneficio para los usuarios, un mayor beneficio formativo para nosotros.

Contar con un servicio propio garantizaría una clara autonomía en la planificación y la toma de decisiones. Nos permitiría poder desarrollar proyectos que hasta ahora han sido bloqueados (algunos incluso aniquilados) como parte de nuestra atención continuada. Facilitaría la creación de programas o dispositivos específicos, de Neuropsicología, de Psicogeriatría, de cualquier otro ámbito de trabajo reconocido por el programa formativo de la Especialidad. También sería la vía para lograr una reorganización estructural y funcional, una gestión propia que cubra adecuadamente la oferta y la demanda de los usuarios. Sería el paso clave hacia una nueva revolución ideológica en Salud Mental, construida sobre pilares básicos como son la prevención, el modelo comunitario, la visión holística del ser humano o la asistencia centrada en el usuario, por mencionar varios ejemplos.

Con una identidad propia, ganaríamos una mayor visibilidad dentro del SERGAS. Con una identidad propia, estaríamos en disposición de crear otro modo de relación con la psiquiatría, desde un reconocimiento y enriquecimiento mutuos e igualitarios. Con una identidad propia, los psicólogos y psicólogas estaríamos abiertos a un mayor intercambio con profesionales de otros servicios, a recibir residentes de otras especialidades que a día de hoy, por cierto, rotan no por un Servicio de Psiquiatría sino con los psiquiatras. Esto no obstante, es una de las caras de la moneda.

¿Qué inconvenientes implicaría intentarlo?

La creación de Servicios de Psicología Clínica no puede ni debe interpretarse como una rabieta contra las jefaturas de los Servicios de Psiquiatría ni contra los compañeros psiquiatras. Pero sabemos que será muy difícil que no sea entendido de esta manera en lugar de como una necesidad de otra índole. El primer desafío, quizá el más obvio, será la incomprensión por parte tanto de los actuales Servicios de Psiquiatría como de otros servicios hospitalarios.

No caigamos en la ilusión de pensar que estaremos libres de una mala gestión por el simple hecho de habernos formado en nuestra disciplina. Aquellas personas que ostenten al cargo de Jefe o Jefa de Servicio de Psicología Clínica también serán falibles y probablemente objeto de críticas. Esta es una cuestión inherente a un cargo que exige tal nivel de responsabilidad. Tampoco soñemos con que esto creará un mayor espíritu de unión entre nosotros, porque de hecho es probable que genere aún más fricciones. Seamos sinceros, si hay algo que nos caracteriza es la maldita facilidad con la que nos vemos envueltos en conflictos dentro de nuestra propia casa.

No olvidemos tampoco que el papel de la Psicología Clínica sigue siendo bastante desconocido por parte de muchos profesionales, y que esta separación podría llevarnos a un mayor aislamiento y una mayor invisibilidad. No somos tantos ni tan relevantes, tengamos cuidado. ¿Y qué ocurriría además con aquellos otros profesionales con los que diariamente compartimos proyectos y objetivos? Personal de enfermería, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales… Constituirnos en un servicio propio comprometerá estas relaciones de manera importante.

Sin estos intercambios, estos apoyos reales o potenciales, también estaremos más desprotegidos ante desafíos ya demasiado conocidos para nuestra especialidad: la constante aparición de contratos y convenios irregulares, la introducción de la figura del Psicólogo General Sanitario en Atención Primaria, la sordera administrativa ante la demanda del aumento de plazas…

Por otra parte, para algunos de nosotros, la formación conjunta con los residentes de Psiquiatría promueve el intercambio mutuo de opiniones, experiencias y aprendizajes. Esta separación podría poner en riesgo el enriquecimiento formativo que nos aportan otras disciplinas.

Debemos ser cuidadosos también en cumplir con los mínimos estándares exigidos por la Comisión Nacional de la Especialidad para la acreditación de plazas. No son gratuitas.

¿Qué sentido tendría entonces la creación de servicios propios? Solo tendrá sentido si lo entendemos no como una segregación, sino más una emancipación. Tenemos el derecho y la responsabilidad de hacer que nuestra disciplina, como disciplina teórica, técnica, científica y clínica que es, siga evolucionando. La formación sanitaria especializada debe seguir desarrollándose en el contexto que mejor garantice no sólo su permanencia sino también su enriquecimiento.

Queremos, en definitiva, una formación que ponga los intereses y beneficios de los usuarios por delante de los intereses y beneficios de los profesionales; una formación que nos recuerde que trabajamos con seres humanos y sociedades humanas; una formación que no nos enclaustre en nichos de alta alcurnia sino que nos acerque a la comunidad; una formación que promueva el intercambio y el diálogo con otros profesionales sanitarios y no sanitarios; una formación que sea fiel, no por obligación sino por responsabilidad, a los principios de la bioética; una formación que no nos enseñe a actuar como bomberos apagando fuegos, sino que apueste por la prevención en todos sus niveles, dándole prioridad a la población infantil y juvenil y a aquellos colectivos que estén en situación de mayor riesgo.

Los servicios propios terminan por ser el proceso natural de muchas especialidades. Sería tan desastroso para nosotros que el desenlace fuese una fractura irreparable como permanecer en este statu quo de subordinación. Debemos hablar, con todo el derecho y la cautela que se merece, de los Servicios de Psicología Clínica.


09/03/2017

Considerando las desconsideradas Consideraciones. Un análisis de la calidad de los argumentos en contra del itinerario.

Recuperamos el blog de la asociación, para dar acogida al siguiente texto, que responde al último intento que, disfrazado de argumentos en contra del itinerario grado-máster-PIR, pretende recuperar para la universidad el monopolio de la formación en Psicología, aún al precio de la destrucción de la especialidad en Psicología Clínica.

No solo viven en una torre de marfil, pretenden conducirnos en el campo de la atención a los problemas de Salud Mental a imagen y semejanza de su torre de marfil. 

Donde algunos ven una pobre defensa de la formación universitaria, nosotros vemos un claro intento de que el futuro de la profesión pase por múltiples y caros máster universitarios para una Psicología 'Sanitaria' expulsada del Sistema Público de Salud y relegada a malvivir en la precariedad, atendiendo desde el sector privado, en el mejor de los casos mediante exiguos conciertos con la Sanidad Pública y en el peor, unicamente a quién pueda pagarse un tratamiento, lo que terminaría en una esperable guerra de precios.

Os dejamos con el texto:

 

Considerando las desconsideradas Consideraciones. Un análisis de la calidad de los argumentos en contra del itinerario.



¿Qué tiempos son estos en los que tenemos que defender lo obvio? 

Bertolt Brecht

 


Ríos de tinta se vierten sobre el itinerario en psicología. Existen dos propuestas sobre la mesa acerca de cómo organizar la psicología sanitaria. La primera de las propuestas es el “itinerario lógico”, “itinerario secuenciado” o Grado + Máster + PIR; la segunda, y que es la que se da en la actualidad, tiene que ver con las “vías alternativas”, o al Grado + Máster o bien al Grado + PIR.

El 11 de noviembre de 2016, del “Seminario Interuniversitario para el Progreso de la Psicología y la Calidad de la Atención Psicológica”, un seminario amparado por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), salió el siguiente documento:

CONSIDERACIONES SOBRE LA PROPUESTA DE ITINERARIO SECUENCIADO GRADO EN PSICOLOGÍA + MASTER PGS + PIR

 

 En un primer momento se difundió como anónimo, pero posteriormente, INFOCOP difundió el documento con sus firmantes:

Documento elaborado por: Carmen Almendros (M-24788); José Antonio Carrobles (M898); Miguel Costa (M-204); Juan F. Godoy (GR-212); Ernesto López (M-00734); José Olivares (CV-02727); Carmina Saldaña (C-973); Miguel Ángel Vallejo (M-03668).

Es actualmente el compendio más completo que se opone al “itinerario lógico” y que defiende las “vías alternativas”. Es decir, que el PIR sea accesible desde el Grado de Psicología. Consideramos necesario que hubiese un documento de estas características, ya que los defensores del “itinerario lógico” nos encontrábamos rebatiendo pronunciamientos puntuales o personales. El problema no está en el debate, el cual alentamos fervorosamente, sino en la calidad argumentativa.

En este documento nos proponemos analizar el argumentario que nos proponen, separando aquellos argumentos que pueden tener su fundamento, de aquellos que pueden no tenerlo. Para ello acudiremos, siempre que sea posible, a fuentes jurídicas y señalaremos el uso de argumentos emocionales y poco fundamentados. Al manifiesto analizado, y antes mencionado, lo denominaremos Consideraciones para diferenciarlo de otros textos citados.

Argumento 1: “El acceso al PIR desde el MPGS minimiza el valor del grado de Psicología”.


En Consideraciones dice que “La propuesta de secuenciación Grado + Máster PGS + PIR podría estar inadvertidamente minimizando el valor fundamental de las bases teórico-prácticas, metodológicas y técnicas que confiere la propia disciplina de la Psicología”.

El acceso a la Formación Especializada en Ciencias de la Salud no es ningún mérito, sino el requisito. Es la Especialidad la que viene definida por la titulación que le da acceso. En estos momentos, la Ley 55/2003, de 16 de diciembre, del Estatuto Marco del personal estatutario de los servicios de salud jerarquiza claramente a los Licenciados, con y sin especialidad, y a los diplomados, con y sin especialidad. Entendemos que esta Ley se actualizará en coherencia al sistema MECES  (Marco Español de Cualificaciones de Estudios Superiores) donde licenciado equivaldrá a nivel 3, y diplomado a 2. De seguir con las “vías alternativas”, corremos el serio riesgo de perder nuestra igualdad con Medicina y Farmacia, para equipararnos a Enfermería. Esta equiparación se daría en todos los sentidos.

Quizás sea necesario entender la realidad del Grado de Psicología. El Grado en Psicología es un grado con un nivel MECES 2 y de carácter polivalente. El Grado en Psicología, tal y como dice la LGSP, no habilita en ningún caso para el ejercicio de la actividad sanitaria. No sabemos si esto minimiza o no el valor fundamental del grado, pero son consideraciones ajenas al itinerario.

Argumento 2: “El Grado en Psicología es habilitación suficiente”


Consideraciones lo argumenta así: “queda recogido en los Estatutos del Colegio Oficial de Psicólogos al describir las actividades y competencias atribuidas a la Profesión de la Psicología (Cap. IV, art. 20 de los Estatutos del COP-Madrid) en concordancia con la Organización Internacional del Trabajo (OIT)”. 

No podemos dejar de sorprendernos de que se argumente la habilitación del grado con los estatutos del COP aprobados en 1999. Debemos entender que los redactores de Consideraciones elogian las dotes premonitorias del COP al definir sus estatutos pensando en unos graduados que no aparecerían hasta más de 10 años después.

Pero el argumento principal de Consideraciones se refiere al Libro Blanco. Dice que: “El libro Blanco de la Psicología […] en su página 163 se “asegura que la formación recibida en los estudios de grado permite al graduado en Psicología la práctica profesional de la Psicología en sus diferentes ámbitos”.

Resulta muy curioso que no se cite la última propuesta con la que finaliza el Libro Blanco: “[…] con la capacitación que proporciona la formación universitaria en muchos otros países europeos, resulta necesario, en nuestra opinión, que el titulado de grado desarrolle muchas de sus labores bajo supervisión de psicólogos especializados, o en colaboración con otros profesionales. La capacitación profesional plena debería depender de la formación recibida a través del postgrado.”

Ya citamos a la LGSP donde dice literalmente: “El título de Grado en Psicología, que no habilitará, por sí mismo, para el ejercicio de la psicología en el sector sanitario, constituirá un requisito necesario para el acceso al Máster de Psicología General Sanitaria”. Ergo, y la ley es pocas veces tan explícita, el Grado de Psicología no habilita.

La Formación Sanitaria Especializada (FSE), tal como indica la LOPS, es una formación para “profesionales”. El acceso a las especialidades en ciencias de la salud se marca en el Real Decreto por el que se clasifican las Especialidades Sanitarias. Se suele determinar que el acceso a una especialidad sanitaria es desde una “la titulación que habilite para el ejercicio de la profesión de…”

Desgraciadamente, la psicología es una excepción en este tipo de redacción.

Realmente, el Grado en Psicología no tiene las características de “sanitariedad” y habilitación que exigiría un buen acceso al PIR. La instauración del “itinerario lógico” dejaría nítidas estas insuficiencias del grado en psicología frente a la situación actual, en la que se podría defender la sanitariedad y la capacidad habilitadora de un grado que no la tiene porque, precisamente, da acceso al PIR. Esto coloca al PIR en una situación de peón en un juego difícil de comprender, hipotecando claramente el futuro de la psicología clínica y su estatus en el SNS.

Argumento 3: “Se debe acceder desde el Grado al igual que otras disciplinas científico técnicas”.


Consideraciones habla de “La Biología, la Química y la Física son, al igual que la Psicología, disciplinas científico-técnicas básicas que accede al  estatus de Especialidades Sanitarias con el itinerario Licenciatura (5 años)/Grado (4 años) + Formación en régimen de Residencia (BIR, QIR, FIR) de 3-4 años de duración.”

No haremos sangre con la confusión de FIR (Farmacéutico/a Interno/a Residente) con RFIR (Radiofísico/a Interno/a Residente).  

Si tenemos que analizar este argumento, debemos hacer seriamente dos preguntas. La primera es: ¿se puede defender que el Grado en Psicología es un grado científicotécnico?; y: ¿es el camino de Biología, Química o Radiofísica el que queremos seguir?

Para responder a la primera pregunta, podemos consultar al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. En su apartado de estadísticas vemos que el Grado en Psicología se encuentra en el epígrafe de “Ciencias Sociales, Periodismo y Documentación”. Mientras que Biología, Química y Física aparecen en “Ciencias”. El Real Decreto 1393/2007, de 29 de octubre, por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales pone a la Psicología en “Ciencias Sociales y Jurídicas” y a las otras en “Ciencias”.

Una simple búsqueda de los grados en la página de la UNED nos ubica al Grado en Psicología en “Ciencias de la Salud” (Curiosamente, el único grado que oferta la UNED en este epígrafe). Esto se repite en otras universidades, como la Universidad Complutense de Madrid (UCM) o la Universidad de Santiago de Compostela (USC), por poner ejemplos. Biología, Química y Física se encuentran en el apartado de

“Ciencias” en todas las búsquedas hechas. Este argumento es más sangrante si contamos con que las Universidades tienen cierto margen para elegir esta ordenación.

No existe una apuesta estratégica por parte de las Universidades de que la titulación de psicología sea “científico-técnica”, en cambio sí que podemos ver una apuesta porque sea una “Ciencia de la Salud”, llegando a ser localizada ahí en la propia UNED donde no se imparten grados sanitarios. Por lo tanto, apelar a estas titulaciones científicotécnicas es un argumento oportunista y falso. 

A la segunda pregunta, si debemos equipararnos a Biología, Química o Física, Consideraciones lo tiene claro: “La  propuesta de secuenciación Grado + Máster PGS + PIR podría estar denegándole implícitamente a las Facultades de  Psicología su solvencia para asegurar a los graduados esa capacitación en pie de igualdad con otras disciplinas científicas. ¿Por qué habrían de ser menos competentes las Facultades de Psicología para hacerlo que lo son las de Biología, de Química o de Física?”

Pero podemos citar varias diferencias con la formación PIR. La primera en las funciones, ya que son disciplinas que no tienen un contacto directo con paciente y que principalmente desempeñan sus funciones en el laboratorio. En el formato, ya que estas especialidades son pluridisciplinares, es decir, a cada una de las especialidades a las que puede acceder un biólogo o un químico, se puede acceder desde diferentes titulaciones. En el número de plazas: por ejemplo, en la convocatoria de 2016, hubo 19 plazas para QIR, 34 para BIR y 30 plazas para RFIR frente a las 128 plazas PIR, es decir, tenemos más plazas de PIR que de QIR, BIR y RFIR juntos. 

No podemos si no aplaudir la creatividad de traer este argumento, pero ¿en serio es este modelo que queremos seguir?

Argumento 4: “El itinerario Grado + PIR tiene más años específicos que Psiquiatría”


Este argumento es la falta de respeto más descarada que unos profesores universitarios han proferido contra otra profesión. Además, pone en riesgo a toda la profesión de enemistarnos con quienes tendremos que trabajar desde la multidisciplinariedad. Y sería un argumento terriblemente controvertido aún si fuese verdad.

La afirmación de: “Los problemas psicológicos que ocupan 8 años de Psicología Clínica vía PIR y tan sólo 4 de Psiquiatría.” que se hace en Consideraciones, parte de dos supuestos fundamentales: 1) todo el Grado en Psicología es Psicología Sanitaria, y 2) nada del Grado en Medicina se refiere a los trastornos mentales y los problemas psicológicos. 

Es decir, con este argumento se desvirtúan los 10 años del itinerario médico para denostar la inutilidad de un recorrido de 9’5 con el “itinerario lógico” y la suficiencia del Grado + PIR con 8 años. Para ello, se alude a un contenido curricular, pero este no se analiza, se da por supuesto.
Recordemos que el Grado en Psicología no es un Grado Sanitario, es decir, no posee 180 créditos sanitarios. Si analizamos la Orden ECD/1070/2013, exige que los Grados

en Psicología que den acceso al MPGS se incluyan un mínimo de 90 créditos sanitarios, los cuales, segundo la LGSP, se deberían regular y plasmar en una mención. Es decir, que sólo aquellos que tienen la mención sanitaria tienen, como mínimo, año y medio de psicología sanitaria, e incluso menos.

Pero es que en Medicina, también hay una asignatura de Psiquiatría, y asignaturas de farmacología, y de patologías afines que pueden dar lugar a trastornos del comportamiento como neurología o pediatría. Además, su prácticum de más de un año de duración, tiene como rotación Psiquiatría.
Del análisis del currículo específico, se ve que a) no se ha analizado el currículo en absoluto, y b) tras no hacer este análisis no les preocupa las consecuencias que pueda tener para la profesión el exponer este argumento en un documento público.

Luego de esta reivindicación de la formación médica en salud mental, necesaria por la defensa de la multidisciplinariedad (atacada en este manifiesto), entendemos que este argumento tiene otro problema grave. El documento avanza y reivindica la especificidad de la Psicología como profesión independientemente del modelo médico. Es decir, se pretende defender el estatus del Psicólogo Clínico insultando a los médicos, y comparándolos en una dimensión en la que obviamente, ni ganan ni quieren ganar, para después diferenciarse de los mismos. Si aceptamos que la Psicología Clínica y la Psiquiatría son diferentes, el único modo de compararlos son los años totales. Intentar defender el estatus de la Psicología Clínica defendiendo la no formación del Psiquiatra en la misma es un absurdo.

Y el que sean profesiones diferentes está establecido desde la jurisprudencia. Una de las denuncias del Colegio de Médicos a la creación de la Especialidad en Psicología Clínica fue que era una especialidad exclusiva para Psicólogos, y que se arrogaba el derecho de los médicos a poder optar a estas plazas, es decir, querían convertir la Psicología Clínica en una especialidad pluridisciplinar como las del QIR, BIR, RFIR. La justicia no lo validó.

En definitiva, trabajamos multidisciplinarmente, con Enfermería, Medicina, Terapia Ocupacional, Farmacia, y un largo etcétera. Todas nuestras profesiones difieren en formación, por eso son profesiones diferentes. El estatus y la organización del equipo se definen principalmente por la titulación. 

Argumento 5: “El Grado + Máster + PIR afianza el modelo médico”


Este argumento resulta incomprensible. El documento Consideraciones dice que: “[El itinerario] podría estar inadvertidamente afianzando más todavía la percepción quimérica de insuficiencia y de necesaria tutela, y aplazando más todavía la autonomía de la Psicología dentro del sistema y el despliegue en el mismo de una formación y de una práctica específicamente psicológica en una concurrencia entre iguales con otras disciplinas como, por ejemplo, la Psiquiatría”

Por intentar darle un sentido, se podría acudir a la antigua acusación de que la formación PIR se basa en el modelo médico. Afirmación falsa donde las haya, aunque no descartamos que haya calado en el argumentario de Consideraciones.

De ser verdad, casi sería un argumento a favor del itinerario ya que permitiría, proporcionalmente, tener más tiempo de universidad que nos separe del modelo médico, y con un estatus preservado. Incluso, el estatus que da el tiempo de formación facilitaría lo que dice de que: “se comprende la reivindicación que desde diferentes sectores se viene haciendo de la existencia de un Servicio de Psicología específico en el Sistema Público de Servicios de Salud que responda a esa especificidad”.

¿Cómo entender esto como argumento a favor de las vías alternativas?. Olvidándonos del PIR, entendiendo que quieren un acceso al SNS y un servicio propio para el Grado + Máster. Es decir, las vías alternativas proporcionan una alternativa a la vía PIR, una vía autónoma, sin modelo médico, y que no necesite culminar en una formación vía residencia.

Argumento 6: “La formación en Europa es diferente”


“Estas cifras nos llevan a la conclusión de que la imposición de una secuenciación o itinerario obligatorio de formación para acceder al PIR que incluiría la realización previa de los estudios de Grado y del Máster PGS (6 años), sumados a los 4 años del PIR nos llevarían a un total de 10 años. Un programa de formación similar a este, tanto en duración como en contenido, no existe en ningún país europeo ni en ninguna otra parte del mundo occidental para formar Psicólogos Clínicos.”

La comparación siempre parte de una base errónea: la equiparación del MPGS con el PIR. Esto significa que, obviamente, y en comparación con el EEES, el MPGS tendrá más similitudes que el PIR. 

Pero es que el PIR no es una formación Universitaria, no es una formación que convierta a estudiantes en profesionales, sino, tal y como dice la LOPS: “La formación especializada en Ciencias de la Salud tiene como objeto dotar a los profesionales de los conocimientos, técnicas, habilidades y actitudes propios de la correspondiente especialidad”.

Por esta razón, la formación PIR no es comparable con el MPGS, y por lo tanto, no tiene sentido compararla “como si fuera un máster”, con otros modelos europeos del EEES. Es decir, se podría comparar con aquellos países que, después de la formación universitaria, tuvieran un periodo de práctica supervisada vía residencia.

Tal y como dice el texto, en muchos casos en Europa, nos encontramos con práctica supervisada de unos 2 años (la cual no contabiliza en los cálculos, desconocemos los motivos). En este sentido, el debate debería encontrarse en quien ofrece, en qué condiciones, y con cuánta duración esa práctica supervisada. Un análisis crítico de esto, podríamos llevarnos a una lectura muy diferente: en Europa hay itinerario, y en el Estado Español no, con la salvedad de que la práctica supervisada, en Europa, es de peor calidad, siendo el PIR una de las mejor diseñadas prácticas supervisadas de Europa.

En este sentido, alentamos el debate de comparación con Europa pero partiendo de la base de que el PIR, a lo mejor, es un modelo a exportar y no a suprimir.

Argumento 7: “Coste socioeconómico para las familias”


Nos alegramos de que el documento Consideraciones toque este tema. Debemos admitir que es verdad. Para una familia, sostener a un miembro de la misma durante la preparación del Grado y del MPGS implica un gasto importante. Así también el tiempo de preparación para el examen de acceso al PIR.

Consideraciones comenta que: “Alargar la duración de la formación de este modo acarrearía inevitablemente un mayor coste económico para los estudiantes y un impacto muy importante para sus familias y para la sociedad en su conjunto, tornándose en ocasiones inviable. Los  estudios universitarios en España son en la actualidad de los más caros de Europa, y los de Psicología no son ninguna excepción, pero si además incrementamos de una forma tan innecesaria su duración, estaríamos gravando y creando un nuevo e injusto perjuicio añadido para los estudiantes, especialmente para los de familias de rentas más bajas.”

Por suerte, el PIR es una formación remunerada, es decir, las cargas económicas provienen, fundamentalmente, del precio y las condiciones de la formación universitaria. Por supuesto que estamos muy contentos de que se haga una reflexión sobre las tasas universitarias, y de cómo el MPGS queda vedado para las rentas más bajas (y puede llegar a vedar la formación posterior).

Compartimos que esta es la única crítica viable y creíble para el rechazo del itinerario. Animamos a profundizar en el debate de cómo reducir esta carga económica y permitir que el derecho a la educación esté garantizado, y no impedido por las condiciones de un máster universitario.

Sobre el peso económico en las familias, no podemos dejar pasar el momento de plantear el número clausus. El Libro Blanco (documento ya citado) ya hablaba que la empleabilidad a tres años en Psicología estaba entre un 71-80%, de los cuales, a sólo el 50% se les ha pedido el título de psicología.

Debemos plantear que si entre el 60-74% de los que estudian psicología no pueden trabajar de ello, este será el mayor descalabro económico para una familia. El número clausus podría limitar el acceso a la carrera, reduciendo el número de familias que sufren de este descalabro, en comparación con el itinerario, que es una inversión planificada y con una remuneración inmediata en forma de contrato laboral.

Argumento 8: “Coste socioeconómico para el conjunto de la sociedad”


“A este gasto económico habría que añadir también el de la aportación del Estado, que tendría que financiar, además de la parte que le corresponde de los costes de formación del Grado y del Máster PGS, la totalidad de la formación adicional de los estudios del PIR”.

Este argumento tiene validez aparente, pero no es real. Si el Estado financia unas 60.000 plazas de Grado, unos 3000 MPGS y unos 600 PIR anualmente sin el itinerario, seguirá
financiando unas 60.000 plazas de Grado, unos 3000 MPGS y unos 600 PIR anualmente con el itinerario. 

La falacia viene porque la inversión por persona sería mayor, cosa que desde el punto de vista de optimizar recursos, y contando con que el paro en psicología invita a concentrar los recursos en menos profesionales mejor formados, puede ser buena idea. Es decir, tenemos un nuevo argumento a favor del itinerario.

Pero aplaudimos el intento de pensar en términos socioeconómicos y plantear lo que invierte el Estado de forma innecesaria en formación. No podemos si no plantearnos el ahorro que implicaría para el Estado una reducción de esas 60.000 vacantes en psicología a 30.000. 

Argumento 9: “Se sale con mucha edad para incorporarse al mercado de trabajo”


“Así, la edad de inicio más temprana en el trabajo pasaría de los 21-22 años de edad en que podrían empezar actualmente, después de finalizados sus estudios de Grado en Psicología, o los 23-24 años si cursan además los estudios regulados del Máster PGS, al menos a la de 30 años, después de completar los estudios de Grado+ Máster PGS + PIR”

Es uno de los argumentos más originales que veremos en Consideraciones y en otros textos. Sobretodo, nos alegramos de la preocupación por la gente que lo tenga que hacer. 

Nos parece original porque la duración de la licenciatura era de 5 años, frente a la formación Grado + MPGS que es de 5’5 años. La reducción de este medio año podría darse, a lo mejor, con medidas de unificación con el EEES (ya vimos anteriormente que era importante y esencial) y el llamado 3 + 2.
Puede molestarnos que se olviden de que el PIR es una relación contractual, para la realización, durante 4 años, de práctica remunerada de forma supervisada. Quien quiera más información sobre los derechos y obligaciones en este contrato, puede consultar el Real Decreto 1146/2006, de 6 de octubre, por el que se regula la relación laboral especial de residencia para la formación de especialistas en Ciencias de la Salud.

De este modo, la edad de inicio en el trabajo pueden seguir siendo los 23-24 años, exactamente igual que con el MPGS (22-23 si se establece el 3+2).

Argumento 10: “Antes pedían Licenciatura, lo que equivaldría a Grado”


Consideraciones se refiere al Programa formativo de la Especialidad cuando dice que: “Esta misma orden establece que los estudios previos requeridos serán los de Licenciatura en Psicología, que en el momento actual serían los de Grado, sin que plantee la inserción de un nivel intermedio.”
Actualmente, los niveles se marcan por el Marco Español de Cualificaciones de Estudios Superiores (MECES). El Grado de Psicología otorga un nivel 2, mientras que el MPGS otorga un nivel 3. 

Si no supiéramos más, la equiparación de la Licenciatura con el Grado sería debatible. Pero según la Resolución de 14 de septiembre de 2015, de la Dirección General de Política Universitaria, por la que se publica el Acuerdo del Consejo de Ministros de 4 de septiembre de 2015, por el que se determina el nivel de correspondencia al nivel del Marco Español de Cualificaciones para la Educación Superior del Título Universitario Oficial de Licenciado en Psicología. Se le otorga a la Licenciatura un nivel 3 de MECES.

Argumento 11: “Duplicación de contenidos”


Este es un argumento tremendamente difundido pero bastante alejado de la realidad. Consideraciones lo expresa así: “Insertar en la secuenciación los contenidos formativos del MPGS sería repetir los mismos contenidos en dos momentos distintos de la secuencia. No parece que sea procedente, ni necesario, ni eficaz, ni  eficiente, acumular más contenidos formativos en la secuencia formativa Grado +PIR, y mucho menos hacerlo con contenidos que, según la misma propuesta de secuenciación, son similares a los que ya se adquieren en la secuencia formativa existente.”
Aún en el caso de que se repitiesen (que no se repiten) no sería algo dramático, porque permitiría el dar conocimiento más avanzado, progresivamente, asentándose en los conocimientos adquiridos. Precisamente, una queja habitual de los alumnos de MPGS es que se repiten profesores y contenidos del Grado (aunque suponemos que son excepciones).

El MPGS y el PIR no repiten contenidos por diferentes motivos. En primer lugar, al ser el PIR una formación para cualificar profesionales especializados, se organiza presuponiendo que ya se tienen los conocimientos básicos al inicio de la formación. En segundo lugar, es una formación eminentemente práctica bajo constante supervisión, teniendo el residente que formarse en aspectos sumamente concretos y especializados, nunca dependientes de un temario (aunque la formación esté organizada en forma de programa formativo que define los escenarios en donde se encontrará el residente y las habilidades a adquirir).

La ley también indica que no puede haber duplicación de contenidos. El propio Real Decreto 1393/2007, de 29 de octubre, por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, dice que: “Los títulos universitarios a los que se refiere el presente real decreto no podrán inducir a confusión ni coincidir en su denominación y contenidos con los de los especialistas en ciencias de la salud regulados en el capítulo III de la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias”. 

Es cierto que, tal y como dice la sentencia al recurso de ANPIR, los contenidos no son exclusivos de la especialidad y se comparten contenidos formativos. Aún así, estos no pueden coincidir. Sorprende echar un vistazo a la cantidad de intervenciones que defienden la ilegalidad de muchos MPGS.
En definitiva, nos gustaría encontrar a alguien que se quejara de vivir esa “duplicación de contenidos” y nos pudiera indicar qué aspectos modificar y en dónde.

Argumento 12: “Desprestigio del Psicólogo General Sanitario”


“Sumar a la secuencia formativa Licenciado/Graduado-PIR los contenidos formativos correspondientes al MPGS supondría privar a estos contenidos formativos de la solvencia para capacitar a los PGS para la práctica profesional y desvirtuarlos como mero nivel intermedio.”
Este argumento nos lo creemos. Y sí, puede ser así.

 

 

Consideraciones finales. 


“El otro incluirá una propuesta de Programa de formación integrado o troncal en Psicología Clínica (ProfiPsi) coherente con el espacio europeo de educación superior, que, de acuerdo con el artículo 10 del Real Decreto 1393/2007, de 20 de octubre, por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales, habrá de tener la consideración de capacitación de carácter especializado y que, coherentemente con éste, podrá incorporar además la apertura a diferentes especialidades.”

Tenemos suficiente experiencia para poder leer entre líneas y entender el idioma en el que hablan los autores de este texto. Cuando dicen especialidades, no se refieren a FSE, sino a másteres universitarios, por lo que el plan que propondrán está claro:

Un grado sanitario desde el que se pueda acceder a diversos másteres habilitantes en “Psicología Clínica”, “Neuropsicología”, “Atención Primaria” y hacer del PIR una opción más de “Psicología Hospitalaria”, por ejemplo (aunque el plan podría incluir la desaparición del mismo).

No lo sabemos, pero no hace falta ser un experto para saber por dónde van los tiros. No se han hecho propuestas nuevas, ni se han elaborado grandes debates como para proponer algo diferente. El (supuesto) desconocimiento del ámbito sanitario, del Sistema Nacional de Salud y de la Formación Sanitaria Especializada llega a niveles tan pasmosos que, plantea grandes incógnitas sobre la confiabilidad de los escritos de estos autores.

Sobre la ética.


En estos momentos nos gustaría recordar este artículo:

Artículo 31º En los casos en que los servicios del psicólogo sean requeridos para asesorar y/o efectuar campañas de publicidad comercial, política y similares, el/la Psicólogo/a
colaborará en la salvaguardia de la veracidad de los contenidos y del respeto a las personas.

Nos es difícil pensar que muchas de las respuestas vertidas en este informe no sean conocidas con anterioridad por los autores de este texto. Algunos de ellos catedráticos y profesores universitarios que están formando a nuevas generaciones de psicólogos. Por eso, no podemos esconder nuestra preocupación, precisamente en estos aspectos.