Que é AGAPIR?

A Asociación Galega de Psicólogos Internos Residentes (AGAPIR) é unha asociación sen ánimo de lucro integrada por residentes de psicoloxía clínica da comunidade autónoma de Galicia. AGAPIR ten unha longa traxectoria dende a súa creación no ano 1996 e a súa finalidade primordial é a defensa e promoción da especialidade de psicoloxía clínica a través do sistema PIR.

Desde a súa creación, AGAPIR organiza actividades de formación especializada e colabora con outras asociacións ou entidades para a realización de actividades de interese común. Así mesmo, a asociación promove puntos de encontro para debater sobre a situación actual da residencia en cada un dos lugares co fin de representar aos residentes da especialidade de Psicoloxía Clínica en Galicia.

A asociación tamén promove e realiza entrevistas, presentacións, congresos e xornadas que teñan que ver en particular coa saúde mental da poboación galega e a súa promoción e prevención.

Se queres inscribirte como socio de AGAPIR, tes que descargar este que descargar e cubrir este formulario e envialo ao enderezo electrónico asociaciongalegapir@gmail.com

Formulario de inscripción:

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A continuación presentamos unha comunicación publicada hai anos no Anuario de Psicoloxía Clínica 3


EL PIR EN GALIZA...MUCHO MÁS QUE PSICOLOGÍA...  

Junta Directiva de AGAPIR 

    Cuando se nos propuso hacer esta comunicación, y tras la satisfacción inicial de que nuestros mayores contaran con nosotros para participar en una Mesa del I Congreso Galego de Psicoloxía Clínica, vinieron las primeras dudas acerca de qué poner en esta comunicación... Queríamos reflejar nuestra propia realidad, la nuestra y la de la mayoría de nuestras/os asociadas/os, tarea que nos dio no pocos quebraderos de cabeza...
    Nuestra historia comienza hace ya muchos años...

¿De dónde venimos?

     De un cúmulo de inquietudes, preguntas sin respuesta, sintomatologías múltiples, preocupación por el sufrimiento humano en general, y por el nuestro y el de las/os nuestras/os en particular... motivaciones que en su día nos llevaron a matricularnos en la Facultad de Psicología. Una vez allí aparecen las primeras frustraciones...
¿qué hago yo aquí?, nada parece ser como imaginábamos... Los años universitarios fueron pasando entre ratas, cañas, cerebros, fiestas y SPSS y poco a poco fuimos encontrándonos con materias que parecían más próximas a aquello que esperábamos. Sin darnos cuenta llegamos al último año, y con ello a la primera oportunidad para la mayoría de nosotras/os de acercarnos a la realidad clínica: el practicum. Es ahí donde conocemos a un nuevo personaje, alguien que lleva casos y que parece incluso gozar con ello, que sale de las consultas sonriendo: el PIR; una reafirmación de aquello que un día nos llevó a la elección de la carrera... Una vez terminada, nueva crisis, conscientes del gran desconocimiento poseído y del “overbooking” existente de licenciadas/os en psicología; buscadoras/es de soluciones, exploramos las posibles alternativas con la esperanza de encontrar la mejor para cada una/o de nosotras/os...

     En ese momento, la residencia en Psicología Clínica aparece como una de las mejores opciones, por sus salidas profesionales, por la necesidad de ampliar la formación tras cinco años básicamente teóricos en la facultad y por todo lo que supone el trabajo en la Sanidad Pública en cuanto a comodidades/seguridades e ideales. Nuevo proyecto: aprobar el PIR con todo lo que significa...pocas plazas, desgaste de codos, desesperanzas, somatizaciones, sensación de “ver tu vida pasar”, dudas sobre si la elección tomada es la correcta y si podrás alcanzarla... de nuevo,
¿qué hago yo aquí?

     Una vez conseguido nuestro propósito, ¿qué es lo que nos hace escoger Galicia? Sabemos que hay pocas plazas(aunque cada vez más), que una vez terminado el PIR hay muy pocas posibilidades de trabajar aquí... El corazón pesa más que la razón y vemos que es una gran oportunidad de prolongar más nuestra estancia en nuestra tierra, dejándonos llevar por la falsa expectativa de que “todo puede cambiar”. Decidimos apostar por la realidad gallega, al fin y al cabo sabemos que aquí se iniciaron, en su día, muchas de las acciones que colocaron a la Psicología Clínica en España en el lugar que ocupa actualmente. “Yo también quiero vivir esto, hacer algo...”. 

¿Quiénes somos?

Primer año
    Permanecen los síntomas hipomaníacos tras haber aprobado. Los primeros días de la residencia estamos más centradas/os en aspectos prácticos de la vida tipo mudanza, adaptación a la ciudad, recorridos con mapa... y casi sin darnos cuenta nos vemos enfundadas/os (o no) en una bata blanca ante el sufrimiento de la persona que acude a el/la Psicólogo/a Clínico/a, en este caso a ti, a la búsqueda de ayuda. Cambio de foco: de tu ombligo hacia el otro...miedos, inseguridades, “tengo mucho que aprender”...
¿Qué hago yo aquí?
     Es entonces cuando conoces a otros profesionales de la Salud Mental y tienes que empezar a aprender a trabajar en un equipo en el que la Psicología Clínica aún está buscando su sitio. Se hacen llamar equipos multidisciplinares, pero tú sólo ves a personas metidas en su propio despacho rebotando historias y casos al despacho de enfrente, procurando que no les retornen.
    Hay que estar a la última, investigar, pero ni idea de cómo hacerlo... se presupone que por tu juventud naciste con esos conocimientos aprendidos...
    Miles de preguntas que intentamos responder siempre en el “otro”: así, mientras tu tutor/a o adjunto/a tratan de explicarte el contexto contándote alguna de sus propias “batallitas” (algunas ganadas, otras perdidas), es el/la residente mayor el/la que actúa como un/a verdadero/a guía, supervisándote, a veces, más que el/la propio/a adjunto/a. En los encuentros con el resto de residentes autonómicos/as surgen los mismos interrogantes, los mismos miedos, las mismas sorpresas y decepciones...”Hay que hacer algo”. Algunos de ellos forman parte de AGAPIR, una asociación que nació en un momento diferente, hace más de una década, pero en un contexto semejante...a algunos motiva, a otros asusta...

Segundo año

    Casi sin darnos cuenta, entre cursos, congresos, sesiones clínicas y seminarios... llega el segundo año de residencia, en el que nos tenemos que convertir en Virgilio que guía a los/las nuevos/as residentes, ¿pero cómo hacerlo?
     Reflexiones sobre el pasado año y sobre la propia trayectoria como psicólogo/a “asilvestrado/a”, con poca o nula supervisión. En la comunicación con otros/as residentes de fuera de Galicia, aparecen las ventajas de estar fuera: atención continuada, supervisión adecuada, ayudas para formación, recursos para la misma, apoyo y guía en la investigación; y también las nuestras: mayor autonomía y responsabilidad en nuestras intervenciones, así como mayor oportunidad de aprender de los pacientes. Por otro lado, te das de bruces con la realidad del sistema sanitario público gallego: eternas listas de espera, pocos recursos, desconocimiento y descalificación del rol de el/la psicólogo/a clínico/a en algunos dispositivos, contrataciones irregulares, disputas y controversias entre el propio colectivo... Frente a esto, se establecen importantes vínculos afectivos con otros/as residentes con los/las que compartes inquietudes, temores, gritos y lágrimas... y también alguna fiesta...promoción del turismo rural y otras “gaiosadas”... Aparecen las primeras despedidas, los primeros duelos... de nuevo, choque contra la realidad... ¿Cómo era esto de la hipótesis del mundo justo?

Tercer año
     Aparece la luz al final del túnel...pero, ¿hay salida?
     Balance de la trayectoria pasada y aparición de los “debería”: “debería saber mucho más”, “debería haber hecho más” y también la conciencia de aquello que hiciste y que ojalá no hubieras hecho... Tras unos años haciendo de “esponja”, esforzándonos en adaptarnos a aquel/la que tenemos a nuestro lado, el/la adjunto/a, parece claro qué no hacer pero, ¿qué hacer?.
     Pasas el año metido/a y comprometido/a en miles de “saraos” directa o indirectamente relacionados con la Psicología Clínica: congresos, asociaciones, investigaciones, comisiones y montones de reuniones.
     Para entonces ya nos hicimos expertos/as no titulados/as en duelos, tras despedirte de aquellas/os que durante dos años fueron tus guías, entonces empiezas a enfrentarte a los tuyos propios.
     Y la pregunta que siempre resuena de fondo y que siempre hay alguien que se encarga de recordarte: “¿Y ahora qué?”. Vértigo...

¿Adónde vamos?
     Pues, por lo general, al paro, esperando poder observar desde allí mejor nuestro futuro...esperanza...desesperanza...
    Recogida de información...modelado... llamadas y encuentros con exPIRes, con las/los que se quedaron y con las/los que se marcharon, buscando la propia identificación con alguna/o de ellas/os.
     Toma de decisiones...ganancias...pérdidas...fundamentalmente dos opciones...
     QUEDAR: renunciar, por lo menos, durante unos añitos a trabajar en aquello por lo que un día se apostó, la Psicología Clínica en la Sanidad Pública gallega: listas de contrataciones (tarde, mal y a rastras), no creación de nuevas plazas, contrataciones irregulares...Todo esto provoca un clima de supervivencia personal en el propio colectivo, auténtico germen de paranoia que lo debilita; pero que también provoca el hervir de la fuerza colectiva, justificación histórico-cultural de los movimientos asociacionistas en Galicia.
     EMIGRAR: asunción de las consecuencias de la propia decisión: morriñas, soledades, nuevos proyectos vitales, aviones, duelos...Seguir creciendo, seguir formándose, seguir luchando por aquello en lo que creemos...ahora, desde otro prisma, desde fuera...
¿qué hago yo aquí?  


¿Qué hago yo aquí?
    Suponemos que ésta es una de las preguntas que el ser humano, por el sencillo hecho de serlo, se hace constantemente...a lo mejor, ésta es una cuestión que nos caracteriza a aquellas/os que hicimos/hacemos la residencia aquí, en Galiza. Un interrogante que nos hace crecer constantemente, mobilizarnos, estar siempre buscando algo más, algo que nos permita avanzar... Porque, ya se sabe, el PIR en Galicia es mucho más que Psicología...